Miércoles 17 de Abril de 2013
Un trabajo reciente pone la lupa sobre el consumo cultural y tecnológico de los jóvenes de entre 11 y 17 años en el país.
¿Cómo se relacionan los preadolescentes con las nuevas tecnologías? ¿Qué consumen? ¿Qué cambios experimentaron en los últimos cinco años? Algunas de estas preguntas son las que plantea el último trabajo de Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación de la Universidad de París y especialista en cultura juvenil. El resultado es un fascinante estudio sobre las conductas de los chicos de entre 11 y 17 años y, con una rigurosa lupa de observación, sus consumos culturales en un mundo ganado por las pantallas.
El trabajo, titulado “Los adolescentes del siglo XXI” y editado en los últimos días por el Fondo de Cultura Económica, se realizó a través de una serie de encuestas a 1.200 adolescentes de distintos centros urbanos de nuestro país. Gracias a ese trabajo, puede saberse -entre muchas otras cosas- que el 65% tiene un celular en su habitación, que el 50% no apaga nunca el telefonito y que el 90% de los chicos de entre 15 y 17 años tiene actualmente un perfil en una red social.
A partir de una investigación cuantitativa, Morduchowicz traza una radiografía del consumo cultural de los adolescentes del siglo XXI. Así, analiza la relación de los jóvenes con la televisión, la radio, los diarios, los libros, el teatro, el cine, el celular, la computadora e internet, y demuestra que la mediación de las pantallas, lejos de anular la vida de los chicos, ha generado nuevas formas de sociabilidad.
“Es mentira que los chicos de hoy son menos sociables -dice la autora, quien presentará su trabajo el 8 de mayo en la Feria Internacional del Libro-. En todo caso tienen maneras diferentes de socializar. En el libro se analizan los usos que hacen los chicos de internet, y en el trabajo de campo se pudo demostrar que el primer uso que realiza la gran mayoría está relacionado precisamente con las redes sociales”.
Según el informe -que llevó tres meses de trabajo de campo-, el 60% de los chicos de entre 11 y 12 años tienen un perfil en una red social. En ese perfil, el 75% da su nombre y apellido, el 55% sube fotos personales, el 45% dice a qué escuela va, el 30% da su domicilio y el 15% sube fotos de su casa (ver gráfico).
Para la autora, uno de los ejes del estudio es demostrar la rapidez con la que evolucionaron los medios tecnológicos en el último lustro. “Hace cinco años -ejemplifica Morduchowicz-, sólo el 1% de los chicos tenía un Ipad y nadie hablaba de redes sociales. Hoy la realidad de estos soportes culturales es otra y las pantallas de TV, celular y computadora forman parte del universo cotidiano de los chicos”.
Lo que dice la experta se corrobora ya en el primer capítulo de su libro (“Más visuales que nunca”), donde se destaca que las casas de los adolescentes tienen más pantallas que libros, diarios y revistas. “Todas cuentan con una televisión -detalla el trabajo-, y seis de cada diez tienen dos o más aparatos. El 100% de los hogares tiene al menos un celular. Siete de cada diez tienen computadora, y la misma cantidad tiene lector de DVD. La presencia de las pantallas en las casas adolescentes creció fuertemente en los últimos seis años”.
Para especificar aún más este diagnóstico, la autora ofrece algunas conclusiones estadísticas interesantes: “El celular aumentó su presencia del 65% en 2006 al 100% en 2011 -dice-. La del lector de DVD se multiplicó casi por dos (del 40 al 70% actual) y la de la computadora subió más del doble (del 30% en 2006 al 70% en 2011) El crecimiento más importante fue el de Internet: sólo el 15% de las casas tenían conectividad en 2006 y, seis años más tarde, la cifra ha aumentado al 50 por ciento”.
Como contrapartida, el trabajo detalla que los bienes culturales que más terreno perdieron en los hogares argentinos con adolescentes fueron los gráficos. “Sólo la mitad de los chicos dice que en su casa hay muchos libros (más de seis) que no son para la escuela -precisa la investigadora-. En otras palabras, un hogar con más pantallas que medios gráficos refleja la elección de los padres por un mundo visual, para ellos y para sus hijos”.