Lunes 24 de Agosto de 2015
Aporte Cultural
Llega de la mano del tóldense Fernando Cocchi donde enfoca la figura del artista plástico quien fuera creador del escudo de General Viamonte además de otras tantas obras
En su primer libro, el escritor e investigador en patrimonio cultural Fernando Cocchi (1986), indaga en la memoria y en la obra de un artista plástico fundamental para el patrimonio cultural de la ciudad de Los Toldos, Provincia de Buenos Aires.
¿Quién fue Antonio Magliano? Nacido en 1886 en Alberti y fallecido en 1967 en Los Toldos, fue muralista, pintor, decorador y dibujante. Entre las décadas de 1920 y 1960, Magliano narró a través de sus obras la construcción institucional de la ciudad y la identidad de la comunidad: produjo murales y pinturas en más de 30 hogares; creó el Escudo Municipal de la ciudad; participó en el congreso eucarístico internacional de 1934 y en todas sus pinturas reflejó las imágenes y los procesos de conformación ciudadana de su tiempo.
La producción de Magliano es clave para entender una época de la historia argentina y bonaerense a través del arte. Antonio Magliano en Los Toldos - Los oficios del artista y el amor a la ciudad, de Fernando Cocchi, revela el valor patrimonial y cultural de su obra, aún no del todo reconocida fuera de Los Toldos.
Este libro sienta un precedente para la historia del arte en el siglo XXI: trabaja a partir de testimonios orales y de documentos públicos hallados en instituciones municipales y en colecciones privadas, y recobra el archivo personal de Magliano que durante años permaneció oculto: fotografías, manuscritos, bocetos, estudios y archivos fílmicos, entre otros documentos que por primera vez se ponen en circulación.
La historia de los murales de Magliano fue construyéndose en silencio. Como artefactos decorativos, domésticos y como postales evocativas. Magliano supo concebir una forma de construcción estética al servicio de una ciudad que se modernizaba; pero también, generó una obra que vuelve sobre sí misma. Que se pregunta sobre su condición social, su finalidad y el rol que ocupa en la comunidad.
Quizá existe en Los Toldos un patrimonio altamente significativo como conjunto sin que cada pieza sea una obra de reconocimiento nacional, un verdadero patrimonio de la ciudad como totalidad. En ese sentido, la ciudad tiene un patrimonio histórico y cultural producto del trabajo y esfuerzo de generaciones. A veces, el problema es identificar, reconocer, y hacer propio ese patrimonio para que trascienda. Muchas de esas obras aún se conservan y permiten pensar la construcción de una imagen particular en la ciudad, junto a decenas de pinturas y dibujos. De ello se pone en discusión el problema del objeto de dominio privado y la legislación que la resguarda, las nociones de Patrimonio Local y Patrimonio Localizado y el problema de la historicidad en localidades pequeñas. El disparador es una pregunta fundamental ¿Cómo se construye el patrimonio en las periferias?
El propósito del trabajo es dar a conocer los valores socioculturales del Noroeste Bonaerense y reflexionar sobre los procesos artísticos desde una perspectiva histórica – estética para instalar la noción de Bellas Artes como dispositivo asociado a la construcción institucional de la ciudad de Los Toldos. El análisis parte de un estudio de los programas que configuran el establecimiento de las Bellas Artes en contextos periféricos y cómo allí se establece una imagen artística de la nación y, principalmente, un relato de lo Local. La problemática es abordada desde los roles asumidos por la comunidad: en principio como unidades del proceso de cimentación histórica y constructora de un espacio social a habitar y luego como actores que reconstruyen, seleccionan e interpretan el pasado. Estos procesos de recuperación, donde el patrimonio deja de ser un acervo para convertirse en una construcción social, suponen una tensión en referencia a las herencias socioculturales, la migración y la memoria, la territorialidad y la identidad.
Finalmente se propone un análisis sobre la invención del Patrimonio como una materialidad asociada a un estado de continuidad social donde se admite una revisión de la memoria y las tradiciones culturales.
SOBRE EL AUTOR
FERNANDO COCCHI nació en Los Toldos en 1986. Es escritor e investigador. Realizó estudios de crítica e Historia del Arte. Sus trabajos de investigación fueron presentados en el Segundo Congreso Internacional de Gestión Cultural (Mar del Plata, 2011); en las Jornadas Internacionales de Investigación en Arte (Universidad Nacional de La Plata, noviembre de 2011); en el Taller para Jóvenes Investigadores en Problemáticas Regionales, Sociales e Históricas (Luján, 2011); y en las Primeras Jornadas de la Asociación Argentina de Conservadores y Restauradores (ASACOR, Buenos Aires, 2012). En 2011, presentó la exposición “Antonio Magliano en Los Toldos, territorio construido”. Su trabajo fue difundido en Revista Caras y Caretas, Revista Rumbos (del Grupo Clarín) y en el diario Crítica de la
Argentina, entre otras publicaciones.
ANTONIO MAGLIANO MEMORIAS DE UN MURALISTA
Del prologo de Daniel Schavelzón.
“Este es un libro quizá extraño, diferente, o simplemente no habitual en nuestro medio de la historia del arte. Este libro gira en torno a la obra aislada y desconocida de un artista local cuyo pueblo era muy pequeño cuando él lo habitó. Ese artista es Antonio Magliano, un hombre que no ha sido producto de la historia académica del arte en Buenos Aires, sino que creó su obra desde un pueblo pampeano, uno en el montón, llamado Los Toldos. El gran valor de esta obra y de su autor fue el explorar en lo poco conocido, en el autor no consagrado, sin enormes premios y ventas en el extranjero. Quizá en el artista de nosotros mismos. Magliano encontró un lugar en el que todo lo artístico estaba aún por hacerse: escenografías, murales, pintura de caballete, altares de iglesia. Durante mucho tiempo, Magliano permaneció olvidado, opacado, demolido. Afortunadamente, la memoria tiene vericuetos insondables y, con los años, reaparecieron docenas de sus obras, y llegaron a los museos, lograron recuperarse. Ya eran un patrimonio aunque nadie lo hubiera establecido por decreto oficial, no hacía falta y por eso se guardó su producción. Estaba incorporada en la memoria colectiva, y así sobrevivió a la destrucción y al olvido”
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