Lunes 27 de May de 2013
Cantó Cienfuegos, escrita por el Bárbaro del Ritmo, y el Teatro Nacional estalló en aplausos. Era un encuentro anhelado, de emociones a flor de piel, y el salsero deseaba estar presente en un concierto que evocará a la figura de Moré.
Aunque esta es la tercera ocasión en que Delgado actúa en la Isla después de su salida definitiva del país –la primera fue en enero último en el concierto de Carlos Varela en ese mismo teatro, y luego estuvo en marzo en una presentación de Silvio Rodríguez, en el barrio habanero de Tamarindo-, en la velada de anoche Isaac conmovió a los presentes con sus palabras, siempre impregnadas de un profundo amor por Cuba. En tres momentos, el Chévere de la salsa se adueñó de la escena, siempre acompañado de la orquesta Estrellas de Areíto, guiada por el maestro Emilio Vega y que esa noche hacían su regreso a los escenarios, como la agrupación insignia de las grabaciones de la disquera Egrem –organizadora de la gala en tributo al Benny. Un momento verdaderamente climático devino la interpretación de Isaac del tema Mata Siguaraya que, firmado por Ezequiel Lino Frías, fuera inmortalizado por el Benny, y que ahora Delgado regalaba seguido por los impecables acordes cubanos de la trompetista holandesa Maite Hontelé. Con una introducción vocal precisa de Mayito Rivera y el carisma de Pedrito Calvo en el número Rumberos de ayer, del propio Moré, Isaac se unió al grupo de artistas que esa noche homenajearon al Bárbaro del Ritmo, para cerrar una jornada de tributo a una de las voces imprescindibles de la historia de la música cubana. Junto a Tania Pantoja, Laritza Bacallao, Luna Manzanares, Waldo Mendoza, el laudista Barbarito Torres y el repentista Leandro Camargo, el ex integrante de la popular orquesta NG La Banda derrochó cubanía, esa misma que apreciamos en placas discográficas suyas como Dando la hora, El año que viene, La fórmula o Súpercubano. De la Gala trascendió esa mirada integral a Moré, un genial intérprete que sin conocimientos musicales académicos, se desdobló en géneros como la guajira, el bolero, el son y el mambo. Y ello se debió a la concepción artística de Tony Pinelly, quien corrió con el guión y la conducción del espectáculo. Igualmente fue un acierto las orquestaciones hechas por el saxofonista Alfred Thompson y Emilio Vega para que Estrellas de Areíto sonara inspirada en aquella Jazz Band gigante que Benny creó en la década de 1950. Sin embargo, creo que pudo haberse insistido con mayor fuerza en que algunos de los cantantes respetaran cada pauta interpretativa que Moré nos legó en esas canciones, que ya son eternas. Asumiendo una máxima ya anunciada en la pieza de Alberto Barreto (Te quedarás), Maximiliano Moré regresó anoche al Teatro Nacional con sombrero, bastón y esos anchos pantalones que siempre lucía y que signaron una época. Marcó seguramente uno de sus pasillos en la escena, “colgó” su voz en el micrófono y pudo perfectamente haber dicho: “Me quedo”.