Miércoles 1 de Octubre de 2014

Reflexión!!!

Opinion – Nestor Colli

Un maestro samurái paseaba por el bosque con su piel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias. Llegando al lugar constató la pobreza del sitio: los habitantes, una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias, rasgadas y sin calzado; la casa, poco mas que un cobertizo de madera…

 

Se aproximó el señor, aparentemente el padre de la familia y le preguntó: “En este lugar donde no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿Cómo hacen para sobrevivir? El señor respondió: “amigo mío, nosotros una vaca que da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o la cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc. para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo.”

 

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, se despidió y se fue. A mitad del camino, se volvió hacia su discípulo y ordenó: “Busca la vaca, llévala al precipicio que hay allá en frente y empújala por el barranco”.

 

El joven espantado miro al maestro y le respondió que aquella vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia. El maestro permaneció en silencio y el discípulo cabizbajo fue a cumplir la orden.

 

Empujo la vaca por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante muchos años.

 

Un bello día, el joven agobiado por la culpa decidió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar. Quería confesar a la familia lo que había sucedido, pedirles perdón y ayudarlos.

 

Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y fue recibido por un hombre muy simpático.

 

El joven le preguntó por la familia que vivía allí hacia cuatro años. El señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado el hombre entro corriendo en la casa y confirmó que eran la misma familia que visitó hacia algunos años con el maestro.

 

Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaca): “¿Como hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?”. El señor entusiasmado le respondió: “nosotros teníamos una vaca que cayó por un precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora.

 

Reflexión: Muchos tenemos alguna vaca que nos proporciona algún beneficio para nuestra supervivencia, pero que no lleva a la rutina y nos hace dependientes de ella. Nuestro mundo se reduce a lo que la vaca nos brinda las vacas pueden ser creencias que nos frenan, miedos, que nos llevan a acomodarnos, a estancarnos…

 

Si sábes cual es tu vaca no dudes en tirarla por el precipicio. Llegó el momento de pasar a la acción y salir del estancamiento que nos impone cuanto antes.

 

Y si empezamos a reflexionar.

 

Néstor Osvaldo Colli


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