Martes 29 de Marzo de 2016
Opinión – Nestor Colli
Una señora que debía viajar en tren ante el atraso de este se compró un diario, un paquete de galletitas y un agua. Se sentó a la espera, mientras leía el diario, un joven se sentó en su mismo banco de espera y de pronto sin decir nada tomó el paquete de galletitas, lo abrió y empezó a comer y la comió mirando fijamente al joven; el joven tomó otra galletita y mirando a la señora con una enorme sonrisa le ofreció; la señora con fastidio tomó otra galleta y la comió mirando fijo y de mal modo al joven.
El dialogo de miradas adustas y sonrisas continuó entre galleta y galleta, la señora muy irritada y el joven muy educado y sonriente. Cuando llega el tren y anuncia su partida, la señora se levantó y fue a su asiento.
El muchacho quedo en el andén y la señora pensó ¡que insolente y maleducado! ¡Qué será de nuestro mundo! De pronto sintió la boca reseca, abrió su bolso y saco su botella de agua y ¡sorpresa! Apareció el paquete de galletitas intacto.
REFLEXION
Cuantas veces nuestro prejuicio y decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a los demás y cometer graves equivocaciones.
Dice un viejo proverbio: “peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente; pero siendo justo, cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad se consigue más de lo que se espera”
Como ese muchacho se llevó a su casa compartir con una señora mayor sus galletitas con una sonrisa.
No juzguemos sin saber.
Néstor Colli