Miércoles 8 de May de 2013
Meditar equivale a anclarse en el presente, a quitar los efectos nocivos de volver una y otra vez a hechos del pasado, a no pensar en cuestiones futuras.
¿Para qué sirve enfocar la mente en el presente?
Porque cuando nos centramos en el instante actual, experimentamos la conexión con nuestra propia paz interior, y pronto comienza a expandirse la sensación de amor y alegría.
Una vez que nos disponemos a vivir en esa práctica, nuestro estado mental interno se va convirtiendo en la propia experiencia.
Cuando meditamos nos transformamos en héroes, testigos, observadores y protagonistas de nuestra vida.
Meditar es sanar, percibir, vaciarse y al mismo tiempo llenarse de la energía universal.
Meditar es acceder al conocimiento que necesitamos en cada momento, porque cuando la mente se encuentra en calma, todo puede verse desde una mejor y más objetiva perspectiva.
En India circula una frase milenaria: “De la meditación a la medicación”, porque quien medita y entra en contacto con el poder del ahora, se beneficia liberando su estrés (la base generadora de potenciales enfermedades) del sistema nervioso.
¿Para meditar hay que renunciar a la vida cotidiana? De ninguna forma. Se puede meditar y, a la vez, cumplir las responsabilidades mundanas;
así fluirá energía incluso en el trabajo, por ejemplo. Opciones: Comer despacio masticando el alimento en varias oportunidades; escribir y
pegar carteles que nos recuerden disfrutar cada instante a plena conciencia; observar, al andar, los árboles, los pájaros, el color del cielo,
la fastuosidad del mar, el caer de la lluvia; detectar cada día los cambios que se van produciendo en uno. Otra interesante posibilidad:
Practicar yoga. Además de ayudar a cambiar la actitud, sus técnicas de relajación y concentración sirven para fijar la atención y evitar dispersarse.
Entretanto, mientras decidís de qué manera acercarte a la meditación, prestale atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo,
a los viejos chips de conducta –que pueden haber estado dándote vueltas en la cabeza durante años-, y escuchá tu voz interior,
porque meditar equivale a detenerte y observar: En la meditación vos sos el que observa; el resto, aquello que mirás, los pensamientos,
las emociones y demás, resultan anécdotas pasajeras. Repito, ¡vos sos el que observa!
Distinguir tu verdadero Ser de lo impermanente determina tu calidad de vida en un estado despierto o dormido.