Miércoles 22 de May de 2013
Un cuento para reflexionar sobre el tema
LAS PIEDRAS
Caminando por el sendero encuentras piedras, en ocasiones te tropiezas con alguna, caes y te lastimas. Están para eso. Debes reflexionar acerca de ese mal paso que diste, reconocer las causas y las circunstancias que te llevaron al error, para no repetirlo. Puedes detener un tiempo la marcha, si eso te es necesario; luego, con la ayuda de Dios, reinicias el camino.
Pero no debes llevar contigo las piedras. Ese pedazo de roca te sirvió para un propósito deliberado y único; déjala allí, ya no te sirve. Sólo mira hacia delante, vigila tus pasos, descubre otras piedras delante de ti, trata de no volver a tropezar, eso es todo.
Si te ocupas de transportar contigo las piedras con las que tropezaste, llegará un momento en que te será imposible avanzar.
Deja el pasado atrás. Deja las viejas culpas, los viejos errores, los malos momentos que ya fueron, las dudas que ya se disiparon, los sinsabores de otros tiempos. Son piedras pasadas, y es atrás donde deben quedar para siempre. Si hace una hora te equivocaste, reflexiona sobre ese hecho para sacar de él una enseñanza que limite el riesgo de que vuelvas a errar de la misma manera. Pero, una vez terminada la reflexión, una vez aquilatada la experiencia, sigue adelante sin reproche, no te quedes en esa hora que ya fue, que ya pasó.
Busca el amor de Dios, que en nada puede disminuir o cambiar, redobla tu entrega y acrecienta tu fe, haz crecer en ti la paz y la alegría que así -y sólo así- esa hora pasada tendrá algún sentido, aquel error te habrá servido para ser mejor.
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Existe un código recurrente en que en determinado momento de nuestro paso por el planeta queremos literalmente, cambiar de vida. La sensación de vacío existencial nos lleva con buen tino a intuir que el camino que ya venía angosto, termina por cerrarse frente a alguna roca gigantesca solo comparables a las que venimos cargando en una mochila que nos sepulta. Se impone el cambio, ¿cambio de que?
De todo lo que aparentemente nos hace infelices o frustrados, cambiar de pareja, cambiar de trabajo, cambiar de ciudad, cambiar el cuerpo, cambiar al culpable de nuestra insatisfacción. Seguimos pensando que las personas o los hechos son los culpables de nuestra infelicidad. Algunos logran cambiar esos parámetros externos, pero se dan cuenta muy pronto que los reemplazos son solo muletillas ocasionales de las cuales nos seguimos aferrando en una vana esperanza de que estos elementos nuevos nos lleven a buen puerto.
Sai Baba decía: “Nada ni nadie nunca va a llenar tu vida o hacerte feliz más allá del rato en que tu mente se empeñe a creerlo de ese modo. Cuando el engaño resulte aparente, el mismo estado de infelicidad va a volver. Nada ni nadie les bastará mientras no encuentren y vivan la verdad de lo que ustedes son. Ni siquiera Yo, Sai Baba o cualquier otro Maestro espiritual va a llenarles sus vidas hasta que ustedes no lleguen a su más honda verdad. Sólo ustedes podrán completarse a ustedes mismos”.
Es de una facilidad burda cambiar de lugares y personas, en cambio la simpleza profunda, depuradora, desafiante, de verdadero crecimiento , es abandonar las cargas del pasado que resuenan letales a diario enfermando emociones y cuerpos, y los anhelos y expectativas de que un futuro irreal nos compense el sufrimiento vivido con eventuales logros, amores y paraísos.
Una y mil veces debemos decirnos que el pasado ya pasó y el futuro no existe. Nunca existe es un espacio completamente irreal en los confines de una mente que necesita escapar a la responsabilidad de crecer, cambiar y saber en el único momento en que puede hacerlo: YA MISMO. El cambio de vida que todos queremos en uno o varios momentos sólo puede suceder YA sin que nadie venga o se vaya, sólo llegando nosotros mismos a nuestra propia verdad.