Viernes 24 de May de 2013
Además de accionar para lograr la estabilidad externa, debemos aprovechar el tiempo para nutrir nuestro mundo interno.
No dejes transcurrir tus días detrás de cosas sin valor real ni te conviertas en una persona que sólo se dedica a perseguir materialidad.
No naciste para vivir trabajando, exigiéndote y exigiéndote. De ninguna manera. ¡La vida es mucho pero mucho más vasta!
Somos casi inconscientes en cuanto a las actividades diarias que realizamos.
Nos autoprogramamos pensando que nuestro único objetivo consiste en pagar los impuestos, en sobrevivir, y así salimos a la calle, atrapados en el proceso de ganarnos el pan.
Sin embargo, como sujetos creativos y pensantes necesitaríamos planificar las jornadas en base a lo que amamos, y agradeciendo cuanto poseemos hasta el momento.
Tenemos suficiente tiempo para pensar en ideas que nos conecten con los sueños que deseamos concretar.
Si nos la pasamos moviéndonos mecánicamente, llegará el momento en que caeremos presos de la frustración,
ya que el ser se encontrará extinto. Somos bastante más que un empleo y deudas por pagar, somos mucho más
que los elementos que acumulamos hasta la fecha, somos mucho más que los títulos, las carreras, los puestos.
El éxito no radica ahí sino en descubrir el objetivo de nuestra existencia y en consagrarnos a los anhelos más puros.
Abordemos todo tipo de actividades mundanas, siempre que no dejemos de lado el aprendizaje que nos permita expandir la conciencia, reconociendo que la realización surge al sentirnos capaces de atravesar las grandes pruebas y los grandes conflictos espirituales.
El amor y la confianza en uno mismo representan el verdadero triunfo. Si atesorás un proyecto postergado, ya podés recomenzar a sembrar semillas que generen efectos hacia una vida con mayor sentido. Dejá de quedarte envuelto en un pasado de limitaciones terrenales. Cada día tiene su sentido profundo,
cada hora vale mucho, cada instante debe aprovecharse. Y no olvides que poseés algo único e intransferible para compartir: Los dones, las virtudes maravillosas que, desde tu interior, se muestran frescas y prestas paras salir.
