Miércoles 29 de May de 2013
Si uno piensa que por obtener otro cuerpo o satisfacerse con él solucionó su vida, caerá en un autoengaño, alimentando además el patético apego por las cosas o las personas...
Si uno piensa que por obtener otro cuerpo o satisfacerse con él solucionó su vida, caerá en un autoengaño, alimentando además el patético apego por las cosas o las personas.
Equivaldría a sentir que a través de tal cuerpo recibió una energía que lo rescata y lo lleva a creer que está siendo feliz y completo.
Bueno, si piensa eso, habrá caído en las fauces de la ignorancia.
Una ignorancia que le produce una ficticia satisfacción que, tarde o temprano, concluye.
La persona que busca llenar su vacío con lo externo, siente una felicidad ficticia que, al evaporarse rápidamente, desmoronará sus falencias internas y, por consiguiente, externas.
Sólo la persona plena consigo puede sentirse plena en compañía.
Resulta poco constructivo interactuar con los demás sólo por carencia afectiva.
Sólo la persona que sabe estar en paz, atraerá relaciones pacíficas.
La persona que busca desde su carencia interior, requerirán de alguien de afuera que le ayude a recordar su incomparable y maravillosa condición de ser vivo.
La adicción a las personas, a estar en contacto permanente con lo externo, a evitar a toda costa la soledad, el silencio y la propia compañía, son actitudes que hablan de una personalidad que aún no alcanzó un estado puro de conciencia, ni se atreve a ir hacia adentro y lograr la armonía consigo mismo.
Es tiempo, entonces, de conectar con el interior y comenzar a poner en orden los valores.
Es tiempo de enfocar la propia esencia para que, obteniendo un cierto equilibrio, se pueda empezar a crecer en el mundo exterior junto a aquellos pares que lo habitan.