Miércoles 29 de May de 2013
De acuerdo a lo que hagas, es la vida que llevas: mundana y triste, o bella y perfecta.
Estar en el momento, es el único instante en donde podes decidir todo. Es el único instante en el que estás en todo. Sos todo. El resto es imaginación.
Es decir, hay infinitas probabilidades cuánticas de lo que podría sucederte en este instante, y de esas millones y millones de posibilidades, estás tomando una, y haciéndola real, sólo una de entre millones.
Eso ciertamente parece calificarse como libre albedrío; pero todo depende de la conciencia con que estés actuando, si simplemente reaccionas a la situación sin la conciencia del todo, el libre albedrío parece quedar determinado a la elección de una de las opciones de un amplio guión que ya está escrito.
Estás eligiendo, y parece ser que con libertad, una opción, sobre algo que ya está allí, esperando que decidas cual es tu elección.
Es como un examen de opciones, lo que se llama el “múltiple choice”, sólo que en la vida diaria, no hay dos o tres variantes, sino muchísimas más, según la capacidad de la imaginación que poseas.
Si lo has imaginado, lo podes realizar. El panorama es amplio; pero así y todo, no escapa a todo lo que en los archivos universales ya está allí girando, a la espera de ser adoptado por alguien en el momento pertinente.
En cambio si la elección, tiene que ver, con saber quien sos, la conciencia divina, la creadora de todas las opciones, la fuente de la sabiduría, el origen del conocimiento y la experiencia, el Ser; sólo eso puede ser considerado como el único, el magnifico divino libre albedrío, que poseemos.
Decidirnos a despertar, a reconocernos como lo que somos, y desde ese lugar actuar.
En ese instante y para siempre uno deja de reaccionar frente a lo que el mundo nos ofrece, creyendo que elige.
En realidad seguimos siendo elegidos por las circunstancias como sus personajes de interacción favorita.
Al despertar, al recordar, al saber, al regresar a la fuente, estamos teniendo el libre albedrío final, la capacidad de elegir ser lo que somos a conciencia o seguir adormecidos en el juego. Sólo eso.