Miércoles 29 de May de 2013

Basta de buscar pajaritos de colores

Los invitamos a leer este cuento para reflexionar y compartir.

Estoy cansada de esta vida superficial que llevo. Me agota. Sé que hay mucho más allá de esta realidad material que me rodea. Tengo que encontrar algo que le dé sentido a mi paso por este mundo. Vivo centrada en mi trabajo y en tener más para poder gastar, y lo único que siento a fin de mes, es que soy parte de una gigantesca maquinaria que me domina. Necesito algo para el alma. Es una cuenta pendiente.

¿Pero dónde buscar? Nunca tuve una formación religiosa. Mis padres jamás me la prohibieron, pero tampoco la alentaron. Por esa herencia familiar, desconfío de las grandes religiones, que han causado tantos males en el mundo. Cuando pienso en Dios, no creo en lo que dicen las jerarquías religiosas más poderosas del planeta, sino más bien en una energía, una fuerza que nos trasciende.

Debo encontrar a Dios de alguna manera, para no perder mi humanidad.

Una amiga me regalo un viaje de iniciación en el cerro Uritorco. No parece una mala idea. Me explica que allí la energía brota de una forma muy especial, y que uno queda elevado, dichoso, será esa la iluminación?

Además, dice, se ven naves, seres, luces, no sé, algo sumamente místico y que te puede cambiar la vida para siempre. ¿por qué no? En el folleto dice que ascenderemos hasta la cumbre, donde pasaremos la noche y meditaremos durante tres o cuatro días.

Ya estoy de regreso. El frío fue intolerable y a la carpa se la llevaba el viento. No vi luces, ni naves, ni ninguna manifestación de la divinidad. No sentí ni la energía ni la magia ni logre comunicarme con nadie, más que con el guía, pero era más terrenal que mi hermanita. Yo quería que me señalara formas en el cielo, y él me miraba el culo. Puse toda mi voluntad para que algo me sucediera, y aunque no vi a Dios en el cerro, Córdoba me pareció un lugar hermoso para ir de vacaciones. Vuelvo a casa, como me fui. Al menos lo intente.

La respuesta a mi hambre espiritual tiene que estar en algún lado. ¿dónde está esa sabiduría mística de la que habla tanta gente? ¿Dónde está Dios? las religiones monoteístas no me interesan, as considero contraproducentes. Tengo que seguir mis ansias de fe. Después de meses de ahorro, logro pagarme un viaje a Nepal. Nadie va a Nepal y vuelve tal como llego. Eso me aseguran todos. Es el momento que espere durante años. Y llego. El pasaje es carísimo, y las penurias no son pocas. Moverse por ese extraño país, no es nada fácil, Pongo lo mejor de mí. Después de dos semanas, por fin logro acceder al grupo del Swami. Y eso que la lista de espera era larga. Todos estamos descalzos y vestimos unas túnicas hermosas color salmón. Desde luego llevo el tercer ojo pintado en la frente. El Swami ni me mira y responde elusivamente las pocas preguntas que logro articular.

Vuelvo a Buenos Aires con la misma densidad espiritual con la que me fui- Traigo regalos, eso sí, telas coloridas muy bonitas y baratas. Tal vez, después de todo, el Dios de los nepaleses, hable otro idioma, o sea inaccesible para una occidental como yo.

Desencantada con mi experiencia anterior, decido abrazar con todo mi ser, la terapia sanadora con piedras y cristales. Toda la sabiduría de la Madre Tierra concentrada en esas rocas mágicas. Me parece que ahí tiene que estar la verdad.

Ansiosa y feliz, compro por internet, el equipo completo. El precio es alto pero la promesa de felicidad, es indeclinable. Pruebo durante meses el mundo de las rocas. Dispongo las piedras como se explica en los diagramas. Medito en torno a ellas, Repito el ritual diariamente, pero pasan las semanas y no veo resultados. No estoy ni más plena, ni más cerca de alguna verdad. Consulto nuevamente el sitio de internet. No existe más. Guardo las piedras en el placard del pasillo, junto al aceite bendito de las cuevas de la cordillera y a la medalla de la inmemorial fusión, dos piezas que había comprado a principios de año, y que tampoco surtieron ningún efecto.

Mi mejor amiga vuelve al ataque, con una secreta técnica egipcia de imposición de manos. Son ocho niveles que dictan el workshops especiales los fines de semana. Lo pintan como intensivo, beneficioso y desde ya cuesta una buena fortuna. Mi amiga me jura que vale la pena, y allí vamos. Cancelo mi proyecto de vacaciones en Brasil y confió en esta técnica revolucionaria. Quiero creer que Dios es misterioso y se manifiesta de modos insondables y quizás realmente se manifestó a los egipcios y les activo más chacras que a otros. Al cabo de un tiempo, entre el quinto y el sexto nivel, me doy cuenta de que no siento nada, o tal vez no sepa cómo aplicarla. Abandono. Ni siquiera pido el reembolso, porque una letra chiquita del contrato decía que no era reembolsable.

Van años de búsqueda, y sigo más o menos en el mismo plano. Nada fluye. No encuentro a Dios, o él se niega a aparecer en mi vida. Yo necesito acceder a esa dimensión espiritual. No puedo más con esta mera existencia mundana y vacía.

Compro libros instructivos de magia blanca. Nada. Compro tablillas Caldeas de la buenaventura. Nada. Nada. Nada.

Cuando estoy por abandonar mi cruzada espiritual, alguien en el trabajo comparte conmigo un texto que leyó en una revista. El remate del fragmento es el siguiente. Alguien le pregunta a la Madre teresa: “Madre, ¿dónde está Dios?” y la santa le contesta desafiando todo sentido común: “Hijo, ¿dónde NO esta Dios’”

“Quien es Dios para Usted?” “Quien NO es Dios?” contesta ella-

Arremete una tercera pregunta: “¿Que es Dios entonces?”- “Que NO es Dios?” responde ella, y se produce un estallido en mi cabeza y una sensación extraña como de liberación de años de dudas.

¿Sera así? ¿Pase todos estos años buscando en vano afuera de mí, algo que en realidad estaba en mi interior?

¿PUEDE SER TAN SIMPLE LA RESPUESTA?

Al menos hoy decido quedarme con esa sensación y ponerme a respirar y amar y lo demás es puro cuento.


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