Miércoles 29 de May de 2013
La base fundamental para provocar “la precipitación del milagro” es sentir que merecemos aquello que esperamos.
Los únicos creadores de semejante instancia, los únicos responsables de todas las cosas que nos suceden, me refiero a las cosas buenas y a las cosas no tan buenas, somos nosotros.
No resulta una tarea sencilla, aunque se aprende. De allí que debemos empezar por agradecer que siempre haya maestros enseñándonos algo importante en las diversas situaciones que nos toca experimentar.
Y a continuación, preguntémonos cómo nos tratamos, consideramos y valoramos: ¿somos conscientes de nuestros merecimientos? Si proyectamos hacia el futuro pensamientos del pasado, seguro que no, puesto que continuaremos recreando, en el presente, aquellas experiencias dolorosas.
Cualquier evolución se inicia con un cambio de mentalidad, haciéndonos cargo y reconociéndonos como los únicos responsables del día a día: En la medida en que empecemos a entender que sólo merecemos lo mejor, generaremos situaciones que reflejarán las nuevas ideas en nuestras propias existencias. Es necesario que sepan, que siempre pueden cambiar, incluso arrancando ahora mismo. Nunca es tarde para mejorar la calidad de vida y enfocarla hacia los propios merecimientos.
Una sabia frase señala: “De la nariz para afuera no podemos cambiar a nada ni a nadie, pero de la nariz para adentro podemos cambiar todo el tiempo”.
Ustedes, ¿Les ponen límites a sus merecimientos? ¿Cuáles límites, cuál sería el techo? ¿Cuánto creen merecer lo que tanto desean? Resultaría genial que respondieran esas preguntas, para entender hasta qué punto se consideran merecedores de todo lo bueno, y para que se animen a aprender que no hay necesidad de transitar una y otra vez lo que les causa dolor o genera angustia y lo cambien de raíz.
¿Quieren saber qué atraen a su vida hoy? Consúltense qué sienten hoy en su vida, y encontrarán la respuesta. Por ello les sugiero rodearse de cosas bellas. Llenarse de luz y de pensamientos positivos. A la fecha, les cabe una sola responsabilidad: Hacer feliz a quien habita en ustedes.
