Viernes 31 de May de 2013

¿Te has sentido alguna vez ahogado en tus emociones?

Sentir emociones, poder emocionarse es una de las principales características del ser humano.

Somos seres vivos, emocionales y racionales, en este orden. Se suele decir que debemos "controlar las emociones" y no al contrario, pero el caso es que esta teoría no suele funcionar, o al menos los resultados que ocasiona no son nada saludables. El mandato interno de "controlarse" nos estresa.

La mayoría de nosotros aprendimos desde niños a ocultar, reprimir o estallar ante ciertas emociones. Menos común es haber sido entrenados para aceptarlas y surfearlas o flotar sobre el malestar o bienestar que generan. Es frecuente sentirse como barco a la deriva que siendo arrastrado por nuestro mar emocional, puede incluso terminar hundiéndose en él.

¿Te has sentido alguna vez ahogado por en tus emociones?

Además de en un cuerpo físico todos habitamos un cuerpo emocional que utiliza las "emociones" como avisadores para autorregular nuestro estado de ánimo y bienestar. Pero es fundamental que al igual que nos enseñaron a taparnos cuando sentimos frío o a beber agua cuando tenemos sed, aprendamos a hacernos cargo y cuidar de nuestras emociones.

Si soy capaz de advertir que siento "rabia", puedo separarme de esta emoción y ver qué pensamientos, experiencias he tenido que han generado en mi esa reacción, indagar sobre la intención de esa emoción y corporalizar su mensaje (si, tema que da para mucho más que este breve post).

Quizá lo que ese avisador emocional me está comunicando es que necesito ser menos exigente con alguien que está a mi cargo, que comience a pedir ayuda en casa, a mi familia, que ponga límites a alguien cercano, etc.

¡¡Algo que es necesario para mi en ese momento necesita ser atendido!!.

Quizá es una avisador que me indica que no se como vivir alegre, satisfecho, confiado, etc. Quizá ya me he hundido en mi emoción de miedo, tristeza, enfado, etc.

La buena noticia es que la emoción aparece porque necesita ser vivida, transitada, racionalizada y atendida por medio de un cambio, actuación, etc. que requiere mi vida en una situación determinada.

Y resulta que cuando reconozco las cosas ya he comenzado a cambiarlas. Pero muchas veces nuestro subconsciente deja salir el patrón del comportamiento aprendido y como se suele decir "nos traiciona".

Como decía Aristóteles "Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo".

Las emociones pasadas han quedado alojadas en el inconsciente de muchas personas y solo tenemos que activarlas con una palabra, hecho, comentario, etc. para que se vuelvan a activar. Las emociones "mal archivadas" siguen actuando en mi y necesitan ser llevadas a mi consciencia para que pueda revivirlas, expresarlas como es debido y para que sean reconocidas adecuadamente en mi vida.

De este modo puedo comenzar el camino del aprendizaje, el crecimiento y la sanación emocional. Reconocer las emociones es ponerlas en conocimiento del capitán de nuestro barco (el consciente) para que pueda viajar en armonía con el inconsciente, que es el viento emocional que impulsa las velas de nuestra vida.

"O el capitán aprende a entender el viento y a usarlo a su favor, o no llegará muy lejos".


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