Viernes 26 de Julio de 2013
Esta es la historia de un joven escritor que en una semana y media tenía que llenar el teatro Maipo para la presentación de su novela.
La unica fecha que el teatro tenía disponible, era en tan solo nueve días. Él se había comprometido a que iba a conseguir que la actríz más importante del cine de habla hispana asisitiera al evento a presentar. Que el actor más versatil y popular de la televisión concurra en calidad de actor, y, que un reconocido cantautor tocara una cancion vinculada con la novela. Ese era el plan.
Por si fuera poco debía encargarse que fuera la prensa y gente prensable. Luces, audio, banners, programas, escenografìa y logistica. Esto tambien debía coordinar.
Si, adivinó. Es una nota autoreferencial. Se trata de mi.
En una semana y media conseguí llenar el teatro Maipo. La presentación fue un éxito. Ahora llueven felicitaciones. Pero hay algo que todavía me hace ruido.
Algo en mi despierta una sensación extraña al recibir los elogios de la gente. Una sensación contradictoria siento respecto de adjudicarme el éxito de la presentacion. Sinceramente ¿qué podria haber hecho sin el ejército de personas que estuvieron allí para ayudarme?.
Además, mi trabajo y esfuerzo estaba enfocado en que me fuera bien con el libro escrito, la gente que me ayudaba, solamente quería que me fuera bien. ¿Quién tiene mayor merito entonces? Y ahora se preguntara, por qué les hablo hoy de esto.
¿De quién es el éxito Señores?
Si en todo siempre intervienen otros. Si la participacion de otros influye de manera decisiva…
¿De quién es el éxito?
En esta nota por mencionar lo mas inmediato entre Usted y yo, estan presentes los fabricantes del teclado, los programadores del Word, los creadores del lenguaje, los dibujantes de las teclas, los iniciadores de las letras, el carpintero que instalo esta mesa en mi casa, mis profesores de lengua del primario, los tecnicos en electronica que hicieron los despertadores que hacían que fueran temprano al colegio para darme esas clases, el arquitecto que hizo catorce cuadrados en el plano, incluido el doce, en donde me encuentro, los editores de infobae, entre otros millon de personas y circunstancias más… y, entre tantas cosas que vamos a olvidar mencionar, no olvidemos la ley de la gravedad, que ayuda a que todo no salga volando.Fundamentando cada acción, emocion o pensamiento que ocurre, se encuentra detrás, las leyes de la naturaleza, la historia de la humanidad.
¿De quién es el éxito entonces? De todos y de nadie. Concentrado con cierto arbitrio, atribuimos el exito a unos pocos para poder disfrutarlo. Le inventamos manijas para volverlo manipulable. Al ponerle manijas, un cuenco pasa a ser un jarro. Deja de ser lo que era.
El éxito es una ameba, un buñuelo. El éxito no puedo guardarse en un placard, no puede certificarse en un premio, pero tampoco no puede devolverse.
Se puede hablar de las “formas” de éxito, los nombres, los galardones, cuantificar entradas vendidas, medir el rating etc. Pero el éxito a partir de ese momento deja de existir. El verdadero éxito es una lluvia que moja todo. ¿Quién puede mencionar lo que es el éxito sin salir confundido de la operación?
En definitiva… el éxito es darse cuenta que no te pertenece. Sino, es un fracaso.
Esa sensacion extraña de la que hacía mención al comienzo, era producto de una tension entre:
a- Creerme protagonista de una hazaña.
b- Pensar que fuí sintoma de todo lo que intervino para que sucediera.
Ahora entiendo la respuesta. Escribo y hago un círculo en:
c- A y B son correctas.
El éxito ocurre cuando uno se da cuenta que son uno. Si son uno, luego no existe un conflicto entre lo uno y lo otro. La hazana fue de todos. Algo que el ego jamas va a entender. El ego continuará buscando desesperadamente formas, nombres, historias, atributos. En definitiva, esta interesado de la realidad, sólo en aquello que no existe.
