Miércoles 5 de Junio de 2013
Este 5 de junio , primer miércoles de mes, se celebra como todos los años el DÍA NACIONAL DE DONANTE DE ÓRGANOS.
Supongo que todos los países sentimos la misma necesidad: por un lado, agradecer a los donantes y a sus familias el generoso gesto que supone dar un trocito de sí mismos para ayudar a otra persona a recuperar su propia vida y animar a otros a que se sumen a esta voluntad de ayudar a personas enfermas a tener otra oportunidad de llevar una vida lejos de máquinas de diálisis, de UCIs, librarse de un cáncer, de dolor y sufrimiento, de desesperanza, de una muerte segura.
Como no puede ser de otra forma, yo ya he tocado este tema en numerosas ocasiones. La etiqueta DONACIÓN y todas las entradas que referente a este tema he escrito hasta ahora, podéis leerlas pinchando sobre esa palabra... tan hermosa y que dice tanto.
Cuando uno se refiere a la donación , la mayoría se imagina como donante, casi siempre, a una persona que, de una forma u otra, ha acabado sus días y que, bien dejando un testamento vital o bien inscribiéndose como donante en vida, su familia pasa a cumplir su última voluntad. También hay ocasiones en que la familia, haciendo gala de una generosidad hermosa y serena, dona los órganos de su ser querido aunque haya sido una pérdida inesperada. Y toma esa decisión en los minutos siguientes a asumir su pérdida definitiva, aún haciendo esfuerzos por mentalizarse y sin poder aún dejar salir su dolor, porque la idea es todavía un mal sueño; dona los órganos de su ser querido aunque éste nunca haya dicho nada al respecto, asumiendo que esa persona ayudará a otros como un gesto póstumo de generosidad, una forma de intuir que su adiós no ha sido en vano y que hasta después de su partida seguirá ayudando a otros que sufren. Generalmente esta decisión se toma a las puertas de una Urgencia o una UCI, en un despacho en el que uno nunca se imaginaba estar, escuchando palabras de fin y dolor y con la premura del tiempo empujando a los familiares y a los profesionales. Porque, esta decisión de debe tomar en cuestión de minutos desde que se conoce la noticia de la muerte.
Pero, por ventura, la donación no siempre se realiza una vez que el donante ya ha fallecido. Cada día con más frecuencia se puede donar en vida. Se pueden extraer tejidos o fragmentos de órganos de vivo, que pueden proporcionar al receptor el injerto necesario para «curarle» y sustituir a su propio órgano enfermo. Esto se hace en RIÑÓN, HÍGADO, MÉDULA ÓSEA, PIEL, SANGRE.