Miércoles 22 de May de 2013
Ya transitamos dolores, pesadillas y baja estima. Listo, que queden atrás, no los revivamos.
Las heridas del pasado fueron la consecuencia de nuestra ignorancia, generada por la falta de amor a nosotros mismos.
¿Cuánto tiempo lleva curarnos las heridas? Lo que querramos.
Nos sanamos a pasos agigantados cuando aceptamos que lo vivido fue necesario para crecer y cuando nos convencemos de que las personas con las que tuvimos conflictos fueron los maestros perfectos, los espejos imprescindibles de la oscuridad que nos rodeaba.
A partir de la experiencia transitada sabemos que no somos lo que nos dijeron que éramos, sabemos qué no deseamos repetir y sabemos qué es lo mejor para nosotros.
Cada conflicto debe ser superado y convertido en una oportunidad que nos permita deshacernos de nuestras limitaciones.
Agradecé y actuá liberándote de esos sistemas de creencias limitatitvos y poco amorosos hacia vos y hacia los demás, enfocándote en no volver a crear las mismas situaciones pasadas.
Los recuerdos no sanados presionan desde lo profundo del interior. Cuando eso nos suceda, utilicémoslos como una herramienta para cambiar y no repetir errores. En lugar de sufrirlos, usemos la memoria para transformar aquello que querramos dejar salir del sistema nervioso.
La mente que se detiene en un pasado dloroso verá negativo todo el presente.
¿Cuál es el desafío, entonces? Relacionarnos desde nuestro presente, sabiendo que somos nuevos y frescos
y que nos encontramos en condiciones de dar una respuesta distinta, alejada de todo mal, cercana a la realidad que nuestros ojos ven ahora. Una realidad que nos permitirá sentir paz, felicidad y amor por todo lo que es.